POESIA
EN SANTIAGO
Oscar
Javier Martínez/Especial
Todo es epidermis.
Nada construimos
sin el tacto.
Rodrigo
Rojas
Voy camino a encontrarme con la edición 44 de la Feria
Internacional del libro de Buenos Aires; pero antes de ello hago la primera
parada de este viaje al Sur en Santiago de Chile, la ciudad de nacimiento de
Ludwig Zeller, ese enorme y singular poeta que comenzó su periplo literario en
estas calles, animando la vida cultural entre los años sesenta y setenta con su
compañera Susana Wald y el proyecto Casa de la Luna. Poco antes del golpe
militar encabezado por Pinochet la pareja emprende el camino del exilio,
primero a Toronto y luego a Oaxaca, donde construyeron su casa y siguieron
escribiendo, pintando, traduciendo y editando.
De soñar Santiago a través de los recuerdos de Ludwig y
Susana, ahora de verdad estoy aquí, caminando sus calles y encontrándome con un
país en plena transformación, con una actividad cultural muy potente y con
algunos de los personajes más importantes de la poesía chilena actual. Sin
proponérmelo, he llegado justo en los días en que se lleva a cabo el Primer
Festival Internacional de Poesía Santiago, que convoca a cien poetas de treinta
países en veintidós recitales que se han llevado a cabo en lugares tan diversos
como la Biblioteca Nacional, la embajada de Perú, distintas universidades y
colegios así como en penitenciarías, mercados, bares, cafés y plazas. El poeta
peruano Javier Llaxacóndor es el director de este festival, auspiciado por
instituciones del gobierno chileno y foráneas.
El festival me permite escuchar a poetas de China, India,
Benin, Cataluña, Australia y por supuesto Chile. Entre ellos destaca la figura
de Manuel Silva Acevedo, uno de los mitos vivientes del país, ganador del
Premio Nacional de Literatura en el año 2016 y con una obra reconocida a nivel
internacional. Junto a poetas de este calado se encuentra un puñado de jóvenes
que desde la experimentación y el cruce entre disciplinas representan el lado
más alternativo de la poesía local. Pablo Fante, participa también en el
Festival; él es miembro fundador de la Orquesta de Poetas, un colectivo que
desde 2011 realizan poesía sonora y experimental y al que pertenecen también
los poetas y músicos Federico Eisner, Felipe Cussen, Marcela Parra, José
Burdiles y Fernando Pérez Villalón. La Orquesta de Poetas estuvo en 2017 en la
Feria Internacional del Libro de Oaxaca presentando un espectáculo de homenaje
a Ludwig Zeller, Rosamel del Valle y Humberto Díaz Casanueva.
En la Orquesta de Poetas confluyen artistas que desarrollan
su trabajo en otros campos. Pablo Fante es productor musical y audiovisual en
Estudios Banana, además de editar sus propios libros. En su juventud, por
cierto, antes de irse a Francia a doctorarse en literatura, formo parte de la
banda de Heavy Metal Six Magics, con quienes grabó un demo. La banda después se
convirtió en una de las más relevantes agrupaciones del género, con presencia
internacional muy importante. Federico Eisner es el director del Festival
Poesía y Música, que celebrará su tercera edición el próximo septiembre.
Marcela Parra es una destacara cantante, compositora e instrumentista que
desarrolla su trabajo en distintas vertientes, como el trío punk Clarens, con
quienes ha editado el disco Pornoamateur.
Gonzáles y Los Asistentes es otro grupo que combina la
poesía con el rock. Formado en 1997 por Gonzalo Henríquez –hermano menor de Álvaro,
cantante y guitarrista de la popular banda Los Tres- este colectivo ha editado
varios discos. En 2011 lanzaron Desiertos
de Amor, una abrasiva colaboración con Raúl Zurita, leyenda viviente de la
poesía chilena.
Finalmente, destaca el trabajo de dos editoriales cuyas
propuestas representan la diversidad del panorama de las letras en Chile.
Cuarto Propio, fundada en 1984 y que se inspira en el manifiesto feminista de
Virginia Woolf, creada para dar salida al pensamiento crítico vetado durante la
dictadura. Mas joven y experimental es la editorial Libros del Pez espiral,
animada por Daniel Madrid y un equipo de poetas, editores y artistas visuales
que se declaran: haciendo los libros que
nos gustan, buscando que cada uno de ellos se transforme en un objeto único.
Mantenemos una línea de trabajo consciente de las potencialidades estéticas del
libro como objeto, una línea en espiral.
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