En la víspera de la emisión número mil de este programa, quiero proponer una conversación entre colegas y amigos entrañables que me han acompañado en este caminar de 25 años de labor periodística y 21 como periodista especializado en Jazz.
A partir de la invitación a participar en el Encuentro de Jazz que se llevó a cabo los días 1 y 2 de abril de 2014, tuve la oportunidad de compartir reflexiones en una de las seis mesas que conformaron el encuentro, justamente la mesa de medios. Ahí estuvimos los críticos, periodistas y difusores Juan Arturo Brennan, José Pablo Argüelles, Xavier Quirarte, Arturo Briz, Itzel Zúñiga y quien esto escribe. Para la ocasión preparé un texto que ahora les comparto y que me parece resume mi sentir sobre lo que significa ser periodista de Jazz en un país como el nuestro.
Una vez mas, agradezco profundamente la oportunidad de seguir dedicándome a hacer lo que me gusta. Hemos llegado a esta pequeña meta gracias a todo el público radioescucha y por supuesto a los extraordinarios músicos que nos hacen vibrar cada día.
De izquierda a derecha: Oscar Javier Martínez, Alberto Aguilar, José Pablo Argüelles, Arturo Briz, Itzel Zúñiga, Juan Arturo Brennan, Xavier Quirarte y Edgardo Aguilar. Encuentro de Jazz, Ciudad de México, 2 de abril de 2014
EL JAZZ EN MÉXICO, UNA VISIÓN DESDE LA PERIFERIA
La pregunta que se me hace es:
¿Dónde se encuentra el jazz en estos días? y lo primero que se me viene a la
mente es: en muy pocos sitios. La respuesta, aunque burda, atiende antes que
nada a un asunto de situación, antes que de estado general. El jazz en este
país es difícil de encontrar. Lo que pasa es que nosotros, cófrades de una
caballería musical, nos sabemos los códigos, los signos, los atajos. Pero el
lego, el hombre común, ¿dónde encuentra al jazz?
Se me ocurren dos respuestas
posibles; la primera tiene que ver con abordar de frente el estado general de
esta música y sus protagonistas: El jazz goza de cabal salud. La segunda
respuesta atiende a su entorno social, a su contexto: el jazz navega a contracorriente.
Basta con echar una mirada
escrutadora al panorama para darse cuenta de que hoy se produce tanta música
vinculada al género que nos es imposible abarcarla toda. Más allá de los tótems
del jazz actual, los Metheny, Corea, Hancock y Marsalis que van por el mundo
fichados por grandes discográficas y con cachés de rock Stars, existen miles de
músicos que cada día están en constante actividad, tocando, escribiendo,
enseñando y difundiendo su arte.
Sólo por poner un ejemplo de
primera mano. Acabo de estar en Galicia, donde existen 4 centros alrededor de
los cuales se mueve el jazz: A Coruña, Santiago, Ourense y Pontevedra. Es
justamente en Pontevedra donde desde hace 13 años existe un seminario de jazz,
que se ha encargado de ofrecer un plan académico muy completo, en el que
participan músicos ya consagrados quienes además de impartir clases colaboran
en proyectos con los alumnos y tocan regularmente con ellos. El seminario tiene
su propio festival y edita media docena de discos al año a través de la
discográfica gallega Free Code, cuyo catálogo abarca más de medio centenar de
grabaciones. La escena gallega (o galega, como prefieren ellos denominarse)
comparte estrechos lazos con Portugal, en ciudades como Matosinhos, Porto, Coimbra y Lisboa, donde discográficas
como Clean Feed documentan todo este trabajo de ida y vuelta. En Lisboa, por
cierto, existe el club de jazz más antiguo de Europa, el Hot Club de Portugal.
Menciono todo lo anterior porque
así, vista en perspectiva, le escena del jazz en México se nos presenta no como
un caso aislado, sino como parte de un movimiento que fluye en muchos países, y
cuyo motor siempre, o casi siempre, son los propios músicos y uno que otro
entusiasta. A veces con la colaboración de algunas instituciones; con alguna
participación de ciertos medios de comunicación, casi nunca la iniciativa
privada .
Ahora bien, ¿Qué papel jugamos
los medios en todo esto?. Volviendo al ejemplo de Galicia-Portugal, les diré
que para todo este fenómeno del jazz sólo existe un programa de radio especializado. Se llama Puerta
Abierta y lo lleva el colega Sebastián Iñigo.
En nuestro país, hace casi diez
años y por iniciativa de los colegas del programa Solo Jazz de Radio Buap, nos
reunimos en la ciudad de Xalapa alrededor de 50 representantes de distintos
medios, en su mayoría productores y locutores de programas de radio, para
reflexionar, comentar y compartir nuestras experiencias. Varias cosas
aprendimos entonces que nos han servido para ver nuestro trabajo en
perspectiva.
Así como el trabajo de los
músicos de jazz se mueve casi siempre a contracorriente, así también quienes
estamos en los medios tenemos que enfrentarnos a factores adversos. En este
país el jazz se difunde a través de la radio Pública o permisionada; es decir,
a través de las emisoras estatales o Universitarias (ahora también en una que
otra radio comunitaria) con lo cual los espacios están siempre sujetos a los
vaivenes de la política. Si un nuevo director considera que el programa no es
relevante los cambia de horario, lo mueve a la madrugada o simplemente lo saca
del aire, como acaba de pasarle al colega Luis Barria, despedido sin
explicación alguna de Radio y Televisión de Veracruz después de siente años de
producir su programa “El jazz bajo la manga”
Lo de “Despedir” es un eufemismo,
porque en una gran mayoría de casos los productores de programas no cobran por
su trabajo. Lo hacen por amor al arte. En aquella reunión jalapeña nos
propusimos compartir material, organizar algún taller, intentar estar en contacto
y crear un vínculo. Sin embargo esto no prosperó. En muchos de los casos los
colegas tenían que dedicar su semana entera a sus trabajos antes que pensar en
otra cosa. El día a día no les daba para mas. Quedó claro entonces que a
quienes difunden el jazz a nivel nacional nos faltaba algo muy importante:
profesionalización. En muchos de los casos los programas de radio eran
simplemente el espacio que un aficionado con muy buenas intenciones utilizaba
para poner sus discos favoritos, sin mayor producción y sin hacer uso del
lenguaje y las herramientas radiofónicas apropiadas. Tener un programa así está
muy bien, pero no refleja el pulso de lo que acontece en este amplio movimiento
que como ya vimos, fluye constantemente y es muy fértil.
De aquel lejano 2005 a la fecha
algunas cosas han cambiado. Hay una mayor profesionalización del productor
radiofónico; hay programadores y locutores especializados. Sin embargo, sigue
faltando otro pequeño gran elemento en la ecuación: el periodismo
especializado. En los medios impresos contamos con plumas como las de Javier
Quitarte y Antonio Malacara, quienes cumplen cabalmente con la labor del
periodista especializado. Buscan sus fuentes, se documentan, van a los eventos,
entrevistan, reflexionan y escriben. En la radio esto sucede muy poco. No es
fácil para alguien que no recibe ninguna paga por su trabajo viajar, asistir a
festivales. Quedan por supuesto las nuevas herramientas tecnológicas: las redes
sociales, las radios online. A través de Internet uno puede enterarse perfectamente
de lo que pasa en cualquier lugar del mundo, obtener música, contactar a los
artistas e incluso entrevistarles… ¿Porqué no sucede esto más a menudo?
En un mundo globalizado como el
de hoy las fronteras entre la provincia y las capitales se están diluyendo. Es
interesante ver cómo en nuestro país se multiplican los festivales, los
encuentros, las propuestas académicas. El ir y venir de músicos de otros países
ha nutrido la escena, y todo hace pensar que el jazz más una referencia que un
estilo, seguirá gozando de cabal salud. Este encuentro, con su nutrida
participación así lo ha demostrado.
Al principio de mi intervención
dije que el jazz en este pais se encuentra en muy pocos sitios. ¿no es esto
contradictorio? No, para un paìs de 120 millones de habitantes el protagonismo
social del jazz es ínfimo.
Cuando falleció Jose Emilio
Pacheco la prensa nacional se hizo eco
del acontecimiento. ¿Cuantas notas de prensa o menciones en los noticiosos
radiofónicos o televisivos se hicieron sobre la muerte de Enrique Nery?
Quiero decir, para terminar, que
el gran pendiente de los medios en este país con respecto al jazz darle
visibilidad, ponerlo en el juego. Si, el jazz de los Marsalis, los Metheny, los
Corea y los Hancock es muy importante, pero creo que ya va siendo hora de que
la crítica y el periodismo especializado tomen el lugar que les corresponde.
Muchos de los que estamos en los medios prácticamente nos inventamos el trabajo
de ser difusores del jazz. Eso suena muy romántico pero en poco ayuda si jo nos
profesionalizamos, si no le damos a nuestro trabajo la seriedad y la dignidad
que requiere.
Está muy claro que el jazz nada a
contracorriente y que nadie, nadie va a regalarle nada. Entonces no seamos
nosotros mismos quienes ralenticemos ese navegar. Hoy se está dando un paso
importante en la reflexión de nuestros distintos quehaceres… que las
conclusiones de estos trabajos nos ayuden a hacer visible al jazz en este país
tan ensordecido por las balas y el reggaetón.
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