jueves, 6 de febrero de 2014

EN POS DEL SANTO GRIAL


Les comparto a continuación la más reciente colaboración del crítico español Yahvé M. de la Cavada para la revista en línea Cuadernos de Jazz.

Link a la nota: 

Opinión: La búsqueda
Por Yahvé M. de la Cavada

Me llega un whasap: "oye, ¿tú dónde pides ahora los discos de sellos raros que no encuentro?". Por mail me preguntan "tío, ¿dónde puedo encontrar la caja de William Parker sobre la que has escrito?". En Facebook, bajo una foto publicada desde mi perfil en instagram –una instantánea doméstica en la que alabo un disco que estoy disfrutando recientemente–, alguien me recrimina "macho, parece que sólo escuchas las cosas más raras, no hay forma de encontrarlas en ninguna parte". Y yo me digo: ¿no será que nos hemos acostumbrado a buscar en los sitios equivocados?


Y digo nos hemos acostumbrado porque no quiero herir sensibilidades –empezando por la mía–, pero debería decir, más bien, que nos hemos vuelto rematadamente vagos. Vagos y más cosas, pero tampoco es cuestión de arrastrar por el barro al individuo de clase media-baja (la alta ya no es media, me temo, y la baja tiene problemas muchos más graves que no encontrar no se qué reedición de Steve Lacy), que bastante tenemos con los que tenemos.
Pero déjenme que desmienta una de esas creencias populares que se ha enquistado en nuestro inconsciente colectivo, como que los 80 no molaron, que Ridley Scott es un buen cineasta o que existe la libertad de prensa en el primer mundo. Ya saben, esas mentiras teledirigidas que damos por buenas por puro consenso social. En este caso, me refiero a que ya no se pueden encontrar discos especializados fuera de los macro-canales habituales, sean estos una gran cadena con decenas de sucursales por todo el país o el nuevo engendro comercial de moda, ese gigante online que vende todo lo que tiene como si vendiese todo lo que existe. Y cuidado con esto, amigos, porque hay todo un mundo de infame estrategia comercial entre una cosa y otra, como hay un mundo entre el comercio independiente y el monopolio deshonesto amparado por millones de pequeños colaboracionistas.

Lo sé, lo sé, todos queremos comprar más barato, más cómodo, mejor. Sin embargo, no sé, igual es que aún no me he tomado el segundo café esta mañana, pero también a los alemanes les pareció de lo más seductor lo que les contaba su canciller allá por los años 30, y luego mira la que se lió. Esta cuestión es mucho más prosaica pero, siendo esto una revista de jazz, nunca está de más recordar que, contra la idea popular, uno puede encontrar casi todos los discos que se editan en el mundo. Si busca lo suficiente.

Entiendo que no hay nada más fácil que ir a lo fácil (valga la redundancia) pero, tal y como están las cosas, hay veces en las que hay que currárselo. Lo primero es tener en cuenta que muchos artistas y sellos venden su material en la red desde sus propias páginas web, o en plataformas de venta de producciones independientes y/o autoeditadas o incluso en páginas propias específicamente creadas por varios artistas para gestionar la venta de su catálogo, como la web de Catalytic Sound que han creado Peter Brötzmann, Ken Vandermark, Mats Gustafsson y Paal Nilssen-Love.

Más importante aún: no hay que olvidar que, por pocas tiendas de discos que queden en relación con las que había hace veinte años, aún puede conseguirse el noventa por ciento de lo que se publica (las autoediciones y tiradas muy limitadas son otro cantar) en tiendas de discos. Físicas y online. Generalistas o especializadas. Grandes y pequeñas. Pero las hay. Incluso en nuestro país.

Algunas incluso muestran un grado de especialización de vértigo, con ediciones exclusivas, rarezas, un fondo de armario más allá de lo razonable, los siempre útiles conocimientos enciclopédicos y la habilidad para orientar al comprador. Otra cosa son precios, gastos de envío y demás variables. Comprar discos es, desde cierto punto de vista, más fácil que nunca, pero también más caro.

Y no voy a entrar en la eterna diatriba de las descargas, los precios, la muerte de los formatos físicos, etc. Hablamos de discos. Porque siguen siendo grabados y siguen siendo editados. Porque la música de Miles Davis es la música de Miles Davis, peroKind of Blue es Kind of Blue. Y, de alguna manera, ambos tienen una entidad propia.

Así que, si quieren regalarle Kind of Blue a alguien (cosa que todos deberíamos hacer con cierta asiduidad), e incluso si quieren hacerse con tal o cual disco comentado en esta revista o en cualquier otro sitio, no digan que ya sólo se pueden comprar discos en el mencionado engendro de venta online. No por nada; simplemente porque no es cierto.


Nota.- En este texto no se dan nombres de tiendas físicas u online porqueCuadernos de Jazz es una publicación independiente, y como tal se debe a la imparcialidad y a la libertad del lector para comprar donde quiera. Pero no crean que estamos hablando de unicornios, todo lo que se dice más arriba es cierto. Incluso que los 80 molaron. 

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